Tras evaluar cuidadosamente la vivienda y estudiar detalladamente las posibles soluciones disponibles, en primer lugar se decidió instalar un Sistema de Ventilación Mecánica Controlada (conocido como VMC). Este tipo de sistemas se basan en la renovación continua del aire del interior de la vivienda, por tanto, es una medida de eliminación del gas radón una vez ha entrado en la vivienda.

Con la VMC, además se consigue una serie de beneficios como la filtración del aire del exterior, evitando alergias, CO2 y COV. Otra ventaja muy relevante de la VMC es que cuenta con un intercambiador de calor, que mantiene la temperatura de la vivienda tanto en invierno como en verano, y es capaz de reducir el gasto energético al evitar la apertura de ventanas para ventilar.

Con la implantación de la VMC se consiguió reducir los niveles de radón en más de un 70% (240Bq/m3), sin embargo los niveles resultantes, si bien estaban por debajo de lo indicado por el CTE y la UE (<300Bq/m3), no era suficiente para cumplir con los niveles más restrictivos que marca la OMS como valores seguros (<100Bq/m3), que era el objetivo que se marcaba la familia propietaria de la vivienda.

Tras la primera acción de instalación de la VMC, se retomó el estudio de otras posibles acciones para reducir aún más los niveles de radón, llegando a la conclusión que aprovechando que la vivienda contaba con un forjado sanitario, se realizaría un hueco de ventilación en fachada junto con un extractor dimensionado para esta situación.  

Con esta segunda acción de mitigación, se logró reducir el nivel de radón a unos valores de 38 Bq/m3, consiguiendo una efectividad de las 2 acciones realizadas del 95,76% y cumpliendo con los estándares que marca la OMS como valores seguros de exposición al radón.